El reloj de Jorge

Jorge se compró un reloj. Salió de la galería con su reloj reluciente, caminó por la vereda y la camisa y el traje y el reloj, el pelo y la corbata, el perfume y los zapatos. Era Jorge la estampa de lo que Jorge quería y se sentía estupendo. Ahí pueden verlo venir por la vereda los que le llevan diez, quince, veinte, treinta años de esclavitud bien vestida, y los viejos y las viejas que no saben y no se acuerdan, los linyeras que de alguna manera, los plátanos, los niños que sólo ven a un señor de traje, las palomas que no le prestan atención. Jorge cruza la avenida y lo atropella un ómnibus y se ha ido Jorge pero nos queda lo importante.

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